La verdad

Poncio Pilato le preguntó a Jesús, ¿qué es la verdad? Pero Poncio Pilato no esperó la respuesta; y hay personas que ni hacen la pregunta. Estos son dos errores que no debemos cometer, porque la verdad es liberadora, nos libera de permanecer siendo esclavos de los problemas. Cuando estamos enfermos, lo que nos liberta
de la enfermedad es un diagnóstico y un tratamiento correctos. En tal circunstancia, éstos son la verdad. Para desbloquear el celular, necesitamos emplear la contraseña correcta, la cual es la verdad en esta circunstancia. Para alimentarnos necesitamos comida, no ropa, y viceversa. La verdad es lo correcto, y lo correcto nos liberta, nos salva.

La verdad nunca engaña, y si no engaña, no defrauda. La verdad soluciona los problemas. La verdad trae justicia. ¿Por qué ignorarla, negarla u ocultarla? ¿Por qué desconfiar de ella?

Otra característica de la verdad es que es resiliente, no puede ser coartada permanentemente; ella siempre resurge, porque es necesaria para que la vida continúe.

La verdad es atractiva, atrae a quienes la aman y los pesca como un anzuelo, pero no atrae a quienes aman la mentira. Jesús usó la verdad como anzuelo para pescar personas para su reino de luz, y así debemos usarla los cristianos.

La mentira siempre engaña, preferirla sobre la verdad es necedad. Sólo los necios hacen eso. La mentira es el anzuelo que utiliza Satanás para pescar personas para su reino tenebroso; lo mismo hacen las personas perversas.

La verdad desenmascara las mentiras, y quién conoce la verdad no puede ser engañado. Quien conoce la clave de su celular, reconoce como falsa cualquier otra clave. Una clave incorrecta no puede sustituir la clave correcta. La verdad es insustituible; conocerla nos protege de ser engañados por mentiras.

Sí, es bueno preguntar qué es la verdad, pero mejor es oír la respuesta.





Ateos salvos

¿Puedo ir al cielo siendo ateo, pero siempre siendo una buena persona?

Contestando esta pregunta que me hicieron en Quora.com, mi respuesta es:

Según el apóstol Pablo, no. Según Jesús, sí.

Pablo enseñaba que la salvación se obtiene por tener fe en el Cristo Jesús y no por hacer el bien, para que sea un regalo de Dios y no por mérito propio. Así los salvados no se jactarían de sus méritos por haber hecho el bien.

En Mateo 25:31–46 Jesús enseña que quienes no sean cristianos (ahí están incluídos los ateos) que traten bien a los cristianos se salvarán de ser condenados al castigo eterno. En esa narración los pequeñitos son los cristianos, las ovejas son los ateos y las personas que practican otras religiones que se salvarán, y los cabritos son los ateos y las personas que practican otras religiones que no se salvarán.

Un caso semejante al de las ovejas fue el de Rahab, la ramera cananea que fue excluída con su familia del exterminio de su pueblo por haber cooperado con los invasores israelitas. Otro caso semejante es el del samaritano que ayudó a un judío que fue mal herido en un asalto. A ese samaritano Jesús lo toma como ejemplo de lo que debemos hacer para agradar a Dios.

El denominador común entre las ovejas, Rahab y el buen samaritano es que todos hicieron algo bueno por el pueblo de Dios. Las «ovejas» no eran cristianos, y ni Rahab ni el samaritano eran judíos, más todos ellos son presentados en la Biblia como buenos ejemplos de como vivir para ser salvos.

Entonces, si un ateo trata bien a los del pueblo de Dios, que primero fueron los judíos y ahora son los cristianos, Jesús, quien será el juez en el juicio final, no lo condenará al castigo eterno sino le concederá vida eterna. La diferencia entre los cristianos salvos y los no cristianos salvos será que los cristianos vivirán en la Nueva Jerusalén con Jesús y los no cristianos salvos vivirán en las naciones.

Cuidado con la palabra «todo» en la Biblia

Cuando leemos la Biblia, debemos tener cuidado con la palabra «todo», pues no siempre significa cada uno sin excepción. He aquí dos casos:

Cuando Rom. 3.23 dice que todos pecaron, se refiere a judíos y a gentiles como etnias, no a cada persona que existía en aquella época, y mucho menos a todas y cada una las personas que han existido en el mundo en todas las épocas. Significa que tanto los judíos como los gentiles en general, como grupos étnicos, pecaron. Eso no significa que no había personas particulares (judías o gentiles) que fueran justas, pues las hubo, las había, las hay y las habrá. Dios llamó a Job varón perfecto, Daniel fue llamado hombre sin tacha, y Zacarías y Elisabet (los padres de Juan el Bautista) y José (el esposo de María) fueron llamados justos, por mencionar algunos ejemplos de la Biblia. (Job 1:8; Daniel 1:4; Mateo 1:19; Lucas 1:6).

El otro caso está en Joel 2:28-29, dónde Dios dice que derramará su Espíritu sobre toda carne. Aquí «toda carne» se refiere a toda clase de personas (niños, niñas, jóvenes y ancianos), no a cada persona que existía en el mundo en aquel momento. Esto se ve claramente en lo ocurrido un día de pentecostés, cuando Dios derramó su Espíritu solamente sobre quienes estaban reunidos en un aposento alto. Ni siquiera quienes estaban cerca del aposento alto recibieron el Espíritu.

Hechos cuenta que en el aposento alto había mujeres, un publicano (Mateo), un zelote (Simón), varios pescadores (Pedro, Juan y Jacobo) y otras personas. También cuenta que en otra
ocasión hasta un fariseo empedernido, perseguidor de los santos (Pablo) recibió el Espíritu Santo.

Si «toda carne» sigificara cada persona (sin excepción), entonces esa promesa de Dios estaría aún por cumplirse, y cuando se cumpla, todos los seres humanos serían santos sin enemigos.

Es por esto que «toda carne» significa «toda clase de personas».

Argumentos soteriológicos

El Nuevo testamento registra un debate entre defensores de la doctrina de la justificación por buenas obras y defensores de la doctrina de la justificación por fe. La primera enseña que Dios nos justifica por nuestras buenas obras; y la segunda, que Dios nos justifica por tener fe en Jesucristo.

A los defensores de esas doctrinas podemos identificarlos como los autores de ciertos libros del Nuevo testamento: Mateo y Santiago como defensores de la doctrina de la justificación por buenas obras, y Pablo como defensor de la doctrina de la justificación por fe. También en los diálogos de Juan el Bautista y en los de Jesús, quienes no son autores de ningún libro sino personajes de los evangelios, contienen argumentos que respaldan la doctrina de la justificación por buenas obras.

Hay quienes le dan más valor a la palabra de Pablo que a las palabras de Mateo y Santiago, ¿se atreverán a darle más valor que a las de Juan el Bautista y las de Jesús? Aunque los actuales defensores de la doctrina de la justificación por fe no lo digan abiertamente, y hasta lo nieguen, eso es lo que hacen.

Actualmente, los defensores de la doctrina de la justificación por fe le han puesto un velo a ese debate, para ocultarlo y hacer parecer que la Biblia habla sólo de justificación por fe; y los defensores de la justificación por buenas obras parecen no existir. Pero como acabo de decir en el párrafo anterior, en la Biblia hay autores y personajes importantes que enseñan tal doctrina.

En Mateo sin velo dije que en la Biblia hay argumentos que respaldan la doctrina de la justificación por buenas obras y argumentos que respaldan la doctrina de la justificación por fe, pero no los mencioné. Pues, aquí están:

Argumentos de la justificación por fe
—Somos salvos por gracia a través de la fe, no por obras, para que nadie se jacte de ser mejor que los demás. (Efesios 2:8-9)
—Si fuéramos justificados por hacer los ritos que manda la ley, el sacrificio de Jesús hubiera sido innecesario. (Gálatas 2:15-16,21)
—Fuimos justificados por gracia de Dios. (Tito 3:7)
—Fuimos salvados para hacer buenas obras, no por hacer buenas obras. (Efesios 2:10; 2 Timoteo 1:9; Tito 3:5)
—La justificación es el resultado de oír y creer. (Romanos 10:17; Gálatas 3:2,5).

Estos argumentos los encontramos solamente en las cartas de Pablo. A este tipo de justificación, Pablo también le llama justificación por gracia.

Argumentos de la justificación por buenas obras
—Uno no se salvará por creer que uno es descendiente de Abraham. (Mateo 3:7-10)
—Uno no se salvará por esperar el regreso de Jesús. (Mateo 25:1-13)
—Uno no se salvará por ser ministro. (Mateo 25:14-30)
—Uno no se salvará por creer que Jesús es el Señor, sino por hacer lo que Él quiere que hagamos. (Mateo 7:21)
—Uno no se salvará por creer que Dios existe. (Santiago 2:19)
—La fe sin obras es estéril, inútil, muerta. (Santiago 2:14-26)
—Para ser un cristiano fructífero, a la fe hay que añadirle virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, afecto fraternal y amor. (2 Pedro 2:5-9)
—Las buenas obras demuestran que nuestro arrepentimiento es genuino. (Mateo 3:8; 1 Juan 3:7)
—Si alguien cree estar en Cristo, debe andar como Él anduvo: haciendo buenas obras. (Hechos 10:38; 1 Juan 2:6)
—Jesús nos juzgará por nuestras obras. (Mateo 3:7-10; 25; Romanos 2)
—La justificación es el resultado de oír y hacer. (Mateo 7:24-25; Lucas 6:48; Romanos 2:13; Santiago 1:22)

Estos argumentos se ven claramente en las palabras de Juan el Bautista, Pedro, Juan, Santiago, Mateo, Lucas y Jesús. Pero, ¡sorpresa! El argumento de que Dios nos juzgará por nuestras obras también está en el capítulo 2 de la carta que Pablo le escribió a los romanos. Y en Romanos 2:13, Pablo dice que los justos ante Dios no son quienes oyen la ley, sino quienes hacen lo que ella manda. ¿No es esto justificación por buenas obras? Sí, pero el problema con Pablo es que Romanos es la única de sus cartas dónde él dice eso. Peor aún, ése es el único capítulo en esa carta donde él lo dice. A partir de Romanos 3:20, él cambia y comienza a hablar de justificación por fe y por gracia.

Mateo sin velo

Pretender respaldar una tesis con argumentos que la refutan es absurdo. Lo sensato es usar argumentos que la respalden. Sin embargo, eso es lo que han estado haciendo los intérpretes de la Biblia cristianos cuando tratan de explicar lo que el evangelio escrito por Mateo enseña acerca de cómo ser aprobados por Dios.
     En su evangelio, Mateo enseña que Dios nos justifica cuando hacemos lo que Él nos dice que hagamos; que la justificación divina es un asunto de oír y hacer; y que la consecuencia de fallar en eso, es ser descartados por Dios, o sea, ser condenados a quedar excluidos del reino y la gloria de Dios.
     Contra esa doctrina, que le podemos llamar «justificación por buenas obras», compite otra doctrina implantada por el apóstol Pablo: la doctrina de la justificación por fe. Está doctrina enseña que Dios nos justifica por creer Sus promesas.
     En el cristianismo, estás dos doctrinas no son consideradas como dos métodos válidos de ser justificados por Dios. Para unos cristianos la justificación por buenas obras es el método correcto; para otros lo es la justificación por fe; y ambos bandos se acusan mutuamente de ser herejes. Así ha sido desde el tiempo del apóstol Pablo. Mateo y Santiago defendían la justificación por buenas obras, y Pablo defendía la justificación por fe.
Los intérpretes de la Biblia cristianos han estado insistiendo en imponerle la doctrina de la justificación por fe al evangelio escrito por Mateo, para que el mismo concuerde con las cartas de Pablo. La intención de ellos es tratar de homogeneizar la Biblia, para dar la impresión de que todos sus autores estaban de acuerdo, porque si la Biblia es la palabra de Dios, debería ser coherente y no contradecirse, porque Dios no es loco.
     Aunque tal intención parece buena, la misma impide que el mensaje de Mateo sea entendido correctamente; o sea, es engañosa. Para entenderlo correctamente, hay que quitarse el velo paulino, aceptar que la Biblia no es un libro homogéneo y que según en el judaísmo habían varias sectas (saduceos, fariseos y esenios), en el cristianismo también las ha habido desde su comienzo.
     La Biblia cuenta que Pablo enseñaba que Dios nos justifica por creer lo que dicen las sagradas escrituras respecto a Jesús el Mesías (justificación por fe), mientras que Santiago enseñaba que Dios nos justifica por obrar de acuerdo a las enseñanzas de Jesús (justificación por buenas obras).
     En su evangelio, Mateo cuenta que Dios no quiere meros oidores de las sagradas escrituras, sino hacedores de lo que ellas enseñan, lo que concuerda con lo que enseñaba Santiago. Por esto, él estaba en desacuerdo con Pablo en cuanto a que Dios no nos justifica por hacer buenas obras, sino por creer las promesas de Dios para quienes creen en el Cristo Jesús.
     El evangelio de Mateo enseña que oír las sagradas escrituras y obrar de acuerdo a ellas, es construir sobre roca, es tener aceite en la lámpara, es ser buena sal, es ser una luz al descubierto, y es ser fiel a Dios. También enseña que oír y no obrar de acuerdo a ellas, es construir sobre arena, es no tener aceite en la lámpara, es ser sal insípida, es ser una luz escondida, y es no ser fiel a Dios. 
     La roca soporta el peso de un edificio, una lámpara con aceite alumbra, la buena sal realza el sabor de los alimentos, una lámpara sobre la mesa ilumina una habitación. Éstas son cosas que sirven. Un cristiano que oye las enseñanzas de Jesús y vive de acuerdo con ellas, es un cristiano que sirve. Y a un cristiano que sirve, Dios lo justifica, por hacer lo que Él quiere que haga: buenas obras.
     La arena no soporta el peso de un edificio, una lámpara sin aceite no alumbra, una sal insípida no realza el sabor de los alimentos, y una lámpara debajo de una mesa no alumbra una habitación. Éstas cosas no funcionan, no sirven. Así son los cristianos que oyen las enseñanzas de Jesús sin obrar de acuerdo a ellas: no sirven. A tales cristianos Dios no justifica. 
    Construir sobre roca, es ser justificado por Dios y librarse de ser condenado; construir sobre arena es no ser justificado por Dios y no poder evitar ser condenado. Tener aceite en la lámpara, ser buena sal, y ser una luz eal descubierto, es ser un cristiano que impacta a la sociedad de manera favorable con su religión. No tener aceite en la lámpara, ser sal insípida o una lámpara escondida, es ser un cristiano que no impacta a la sociedad de manera favorable con su religión. Oír las sagradas escrituras y obrar de acuerdo a ellas es ser fiel a Dios; oírlas y no obrar de acuerdo a ellas, es no ser fiel a Dios.
    Cuando uno se da cuenta de esas cosas al leer el evangelio escrito por Mateo, lo ve sin el velo paulino, y ve que es absurdo tratar de imponérselo.
     

El retorno del Cristo en Mateo

En Mateo, el retorno del Cristo es descrito como un evento que lo único que tiene de secreto es el momento en que ocurrirá, pero cuando ocurra, será muy llamativo. Mateo 24.27 dice que el retorno del Cristo será visto como el resplandor un relámpago (desde el oriente hasta el occidente); en el v.30 de ese mismo capítulo dice que lo verán viniendo sobre las nubes; y en Mateo 25.6 dice que cuando el Cristo venga, anunciarán a gritos: ¡Aquí viene, salgan a recibirlo! Esto en nada se parece a lo descrito en la serie Dejados atrás, escrita por Tim LaHaye, en la cual al Cristo nadie lo verá cuando regrese.

Yo simpatizo más con la versión de Mateo porque concuerda con un sueño que tuve hace más de 50 años.

Cuando yo tenía como ocho años de edad, soñé que yo seguía viviendo en el mismo residencial y que era un adulto mayor de 60 años que estaba solo, acostado en una camilla en la sala de un apartamento en un tercer piso. La puerta para salir al balcón estaba abierta, y de repente, una multitud de ángeles con túnicas blancas comenzó a pasar volado frente al balcón. Eran tantos, que el edificio de enfrente ni se veía. Cuando comencé a levantarme de la camilla, me desperté.

Para mí ese sueño es muy especial, porque cuando lo soñé, yo vivía en un primer piso; y ahora, que tengo más de 60 años de edad, vivo solo en un apartamento en un tercer piso en el mismo residencial público en el cual vivía cuando era niño. Tal como lo soñé.

Si cuando niño soñé que cuando yo tuviera más de 60 años de edad viviría solo en un apartamento en un tercer piso en el mismo residencial, y ahora es realidad, hace que ese sueño no sea un sueño cualquiera, sino un sueño profético. Y si ese sueño profético concuerda con la descripción del retorno del Cristo que aparece en Mateo, ¿significará que veré cuando el Cristo venga?

Foto del lugar donde ví en el sueño que yo estaba acostado en una camilla.
Foto de la puerta del balcón. En el sueño los ángeles volaban de derecha (oriente) a izquierda (occidente), y eran tantos que eso que se ve afuera del balcón no se veía.

Simbología de Jesús

Al enseñar conceptos abstractos como el amor, Jesús solía usar símbolos gráficos en vez de dar explicaciones abstractas. Tal vez lo hacía así porque los símbolos son más consisos y fáciles de recordar que las explicaciones abstractas, pero eso no los hace más fáciles de entender. Tanto es así, que todavía hoy las interpretaciones que dan a sus símbolos son irrevelantes, ambiguas, incompletas o ningunas. Tal vez por esto yo nunca he encontrado una interpretación de algunos símbolos utilizados por Jesús que me satisfaga.


Fue esa situación la que me llevó a la tarea de descubrir yo mismo el significado de algunos de los símbolos que aparecen en el libro Mateo. En esa búsqueda encontré que las claves para descubrir el significado de esos símbolos están en ese mismo libro.


Los símbolos son: sal, luz, construir sobre roca, construir sobre arena, lámparas con aceite, lámparas sin aceite, las ovejas, los cabritos, los pequeñitos y los frutos.


Sal
La sal representa el amor que se demuestra al poner por obra la palabra de Dios, al hacer buenas obras. Somos sal cuando conocemos la palabra de Dios, pero sólo salamos cuando la ponemos por obra, cuando hacemos buenas obras. Cuando cumplimos los mandamientos de Dios, amamos a Dios y al prójimo. Cuando conocemos la palabra de Dios, pero no la practicamos, somos una sal que no sala.


Luz
La luz también representa el amor. En Mateo 5.14-20 habla de luz, buenas obras y justicia como sinónimos. O sea, que nuestro amor se hace visible como la luz cuando hacemos buenas obras. Conocer la palabra de Dios y no hacer lo que ella dice, es como poner la luz debajo de una vasija opaca. Mientras que hacer lo que ella dice, es como poner la luz en un candelero. Debajo de la vasija opaca no alumbra; en el candelero sí.


Construir sobre roca
Mateo 7.24-27 dice que la persona que oye las palabras de Jesús y las pone por obra es semejante a alguien prudente que construye su casa sobre roca. Tal persona sabe el bien que tiene que hacer, y lo hace. De nuevo, quien ama es quien obedece la palabra de Dios.


Construir sobre arena
Mateo 7.24-27 dice que quien oye la palabra de Dios y no la pone por obra es semejante a alguien insensato que construye su casa sobre arena. O sea, quien oye la palabra, pero no la pone por obra, sabe el bien que hay que hacer, y no lo hace; tiene conocimientos de ética, pero no ama.


Lámparas con aceite
En el relato de las vírgenes en Mateo 25.1-13 tener lámpara simboliza tener conocimiento de la palabra de Dios; y tenerla con aceite significa ejecutar la palabra. La lámpara es símbolo de la palabra (Salmo 119.105). El aceite es símbolo del amor, el cual se demuestra obedeciendo la palabra de Dios, lo que redunda en hacer buenas obras. Las vírgenes que tienen aceite en sus lámparas son íntegras. Ellas saben el bien que tienen que hacer, y lo hacen; conocen la voluntad de Dios, y la ejecutan.


Lámparas sin aceite
Esto simboliza tener conocimientos de ética sin tener amor; conocer la palabra de Dios sin ejecutarla. En el relato de las vírgenes en el capítulo 25 de Mateo, las vírgenes que no tienen aceite en sus lámparas representan a personas que conocen la palabra de Dios, pero no la ponen por obra; tienen conocimientos de ética, pero no aman (ni a Dios ni al prójimo); son como los escribas y los fariseos: hipócritas. Las vírgenes con lámparas sin aceite representan a los cristianos que no irán a las bodas del cordero, o sea, a los cristianos que no se salvarán de ser condenados.


Las ovejas
Éstas representan a los no cristianos que se salvan de ser condenados en el juicio por haber tratado bien a los cristianos íntegros. Muchos creen que las ovejas de las que habla el relato del juicio a las naciones en el capítulo 25 de Mateo se refiere a los cristianos íntegros, porque estos se salvan de ser condenados, y en la soteriología de Pablo sólo se salvan los cristianos; no se han dado cuenta de que en la soteriología de Mateo no es así.


Los cabritos
Estos representan a personas no cristianas que serán condenadas en el juicio a las naciones porque no trataron bien a los cristianos fieles.


Los pequeñitos
Estos sí representan a los cristianos salvos, pues así los llama Jesús en Mateo 10.41-42. Note que en el juicio estos no son juzgados, los juzgados son las ovejas y los cabritos.


Fruto
Es el producto de la palabra de Dios sembrada como una semilla en el corazón de las personas; es el cambio en la actitud y la conducta de las personas, que convierte personas malas en personas buenas. Es la evidencia de arrepentimiento; de que la persona ha pasado de ser impía a ser piadosa, y de ser egoísta a ser altruista. Es la evidencia de que uno realmente ama a Dios y al prójimo. Las vírgenes íntegras, las ovejas y los pequeñitos dieron fruto; las vírgenes hipócritas y los cabritos, no.


Conclusión
Todos esos símbolos representan lo mismo: conocer la voluntad de Dios a través de su palabra y ejecutarla; conocecer la voluntad de Dios y no ejecutarla; amar y no amar. Las ovejas representan el hacer la voluntad de Dios sin conocerla; y los cabritos representan el no conocer ni hacer la voluntad de Dios. Todos ellos, y las claves para descifrarlos, los encontré en el libro Mateo.

La crucifixión en Mateo

El relato de la crucifixión en Mateo difiere del mismo relato en Lucas y en Juan, y las diferencias no son meras versiones que dicen lo mismo usando otras palabras; dicen lo contrario.

En Mateo, cuando Jesús estaba en la cruz, ni los otros que fueron crucificados con él, ni su familia, ni sus discipulos fueron solidarios con él. Los otros dos crucificados se mofaron de él; y su familia y sus discípulos brillaron por su ausencia.

Mateo, ni relata que uno de los otros dos crucificados reconoció su propia culpabilidad y la inocencia de Jesús, ni que Jesús le prometiera estar con él en el paraíso —como hace Lucas–. Tampoco relata que Juan (uno de los doce discípulos) y María (la madre de Jesús) estaban tan cerca de Jesús, cuando él estaba en la cruz, como para que Jesús hablara con ellos y les pidiera que se adoptaran mutuamente como madre e hijo —como relata Juan—.

En Mateo, los otros dos crucificados junto con Jesús no reconocieron que merecían tal castigo y que Jesús no lo merecía. Tampoco reconocieron a Jesús como el Mesías. Y a ninguno de ellos Jesús le prometió que estaría con él en el paraíso. En Mateo, Jesús es crucificado entre dos malhechores para mostrar que fue tratado como un malhechor más.

En cuanto a María y sus otros hijos e hijas, la última vez que aparecen en escena en Mateo, es en el capítulo 12. Cuando llega la escena de la crucifixión, ya todos ellos han desaparecido, igual que José (el esposo de María). El autor de Mateo, a diferencia del autor de Juan, no se jacta de haber sido el único de los discípulos que estuvo con María bien cerca de Jesús cuando éste estaba en la cruz, ni de que Jesús le confió a su madre para que la cuidara, para los lectores le tengan mejor estima que a los autores de los otros evangelios.

La ley en Mateo

Mientras en sus cartas el apóstol Pablo enseña que con el nuevo pacto, en el cual Jesús es rey y sumo sacerdote, la ley quedó abolida, en Mateo Jesús dice cosas que reafirman su vigencia.

En Mateo 5.17-20 Jesús dice que él no vino a revocar la ley, sino a cumplirla; que la misma no será revocada hasta que se cumpla todo lo profetizado; que para ser grande en el reino de los cielos, hay que hacer y enseñar lo que dice la ley en sus mandamientos, y que si no los cumplimos mejor que los escribas y los fariseos, no entraremos en el reino de los cielos.

A partir Mateo 5.21 hasta Mateo 7.27 Jesús procede a enseñar cómo cumplir correctamente los mandamientos de Dios, diciendo, fue dicho… pero yo les digo… Y quien los cumpla de la manera que él dice, él los comparará a una persona prudente que construyó su casa sobre la roca; y quien no lo haga, lo comparará a una persona insensata que construyó su casa sobre la arena.

En Mateo 7.21 dice que quienes entrarán en el reino de los cielos serán aquellas personas que hagan la voluntad de Dios, o sea, las personas que cumplan Sus mandamientos; ni siquiera son, necesariamente, las personas que profeticen, exorcicen, o hagan milagros.

Tan importante es la ley en Mateo, que en el versículo 50 del capítulo 12, Jesús dice que su familia son aquellas personas que hacen la voluntad de Dios; en Mateo 13.23 compara a tales personas con tierra buena, porque son las que dan buen fruto (son las que oyen, entienden y hacen lo que dice la palabra del reino, la cual es la ley); y en Mateo 19.17 Jesús le dice al joven rico, que si quiere entrar en la vida (si quiere ser salvo), tiene que guardar los mandamientos de la ley.

Según Mateo, la ley sigue vigente, y lo mismo puede salvarnos que condenarnos. Si la obedecemos, nos salva de ser condenados; si no la obedecemos, nos condena; pues no hay juicio sin ley.