La práctica de echar a la suerte

La iglesia protestante suele jactarse de ser muy bíblica, de que sus doctrinas y prácticas fueron extraídas de la Biblia. Sin embargo, hay una práctica registrada tanto en el Viejo Testamento como en el Nuevo que la iglesia protestante ha abandonado: la práctica de echar a la suerte.

Proverbios 16. 33 dice que es Dios quien decide la suerte. Por esto los apóstoles la consultaron para elegir al sustituto de Judas. Primero oraron; después echaron la suerte, la cuál cayó en uno llamado Matías (Hechos 1. 21-26). El resultado de la consulta se lo adjudicaron a Dios. Así evitaron que sus intereses personales interfieran en la elección.

Proverbios 18. 18 muestra que echar la suerte puede prevenir y resolver conflictos. Un ejemplo de esto es el hecho de que las tribus de Israel se repartieron la tierra de Canaán pacíficamente, echando la suerte delante de Dios, cómo Dios les había mandado (Números 26.55). Si no lo hubieran hecho así, las tribus hubieran estado peleándose unas con otras por quedarse con algún sector o con la totalidad de aquella tierra.

En el templo de Jerusalén el sacerdote que ofrecería el incienso también era escogido echando la suerte. Tal fue el caso de Zacarías (Lucas 1. 21-26). Así se evitaban las disputas entre los sacerdotes, pues la suerte le cierra la puerta al favoritismo, al prejuicio, a la envidia y a la prepotencia.

Sin embargo, a pesar de que el echar a la suerte es un método eficaz y eficiente para tomar decisiones, la iglesia protestante lo descartó, y abandonó el uso del Urim y Tumin, el cuál era el instrumento utilizado para consultar la suerte ( a Dios).

Entonces, al abandonar esa práctica, ¿le abrió la puerta la iglesia protestante al favoritismo, al prejuicio, a la envidia y a la prepotencia? ¿Tiene la iglesia un método eficaz para evitar esos males? ¿Es ese método más eficaz y eficiente que la práctica de echar la suerte?

Para lo único que la iglesia debió dejar de consultar la suerte, fue para escoger el becerro que los judíos sacrificaban el día de expiación (Levítico 16. 5-11), pues ese sacrificio fue sustituido por el de Jesucristo.

Tal parece que la iglesia protestante no es tan bíblica como dice ser.