Cuidado con la palabra «todo» en la Biblia

Cuando leemos la Biblia, debemos tener cuidado con la palabra «todo», pues no siempre significa cada uno sin excepción. He aquí dos casos:

Cuando Rom. 3.23 dice que todos pecaron, se refiere a judíos y a gentiles como etnias, no a cada persona que existía en aquella época, y mucho menos a todas y cada una las personas que han existido en el mundo en todas las épocas. Significa que tanto los judíos como los gentiles en general, como grupos étnicos, pecaron. Eso no significa que no había personas particulares (judías o gentiles) que fueran justas, pues las hubo, las había, las hay y las habrá. Dios llamó a Job varón perfecto, Daniel fue llamado hombre sin tacha, y Zacarías y Elisabet (los padres de Juan el Bautista) y José (el esposo de María) fueron llamados justos, por mencionar algunos ejemplos de la Biblia. (Job 1:8; Daniel 1:4; Mateo 1:19; Lucas 1:6).

El otro caso está en Joel 2:28-29, dónde Dios dice que derramará su Espíritu sobre toda carne. Aquí «toda carne» se refiere a toda clase de personas (niños, niñas, jóvenes y ancianos), no a cada persona que existía en el mundo en aquel momento. Esto se ve claramente en lo ocurrido un día de pentecostés, cuando Dios derramó su Espíritu solamente sobre quienes estaban reunidos en un aposento alto. Ni siquiera quienes estaban cerca del aposento alto recibieron el Espíritu.

Hechos cuenta que en el aposento alto había mujeres, un publicano (Mateo), un zelote (Simón), varios pescadores (Pedro, Juan y Jacobo) y otras personas. También cuenta que en otra
ocasión hasta un fariseo empedernido, perseguidor de los santos (Pablo) recibió el Espíritu Santo.

Si «toda carne» sigificara cada persona (sin excepción), entonces esa promesa de Dios estaría aún por cumplirse, y cuando se cumpla, todos los seres humanos serían santos sin enemigos.

Es por esto que «toda carne» significa «toda clase de personas».

Argumentos soteriológicos

El Nuevo testamento registra un debate entre defensores de la doctrina de la justificación por buenas obras y defensores de la doctrina de la justificación por fe. La primera enseña que Dios nos justifica por nuestras buenas obras; y la segunda, que Dios nos justifica por tener fe en Jesucristo.

A los defensores de esas doctrinas podemos identificarlos como los autores de ciertos libros del Nuevo testamento: Mateo y Santiago como defensores de la doctrina de la justificación por buenas obras, y Pablo como defensor de la doctrina de la justificación por fe. También en los diálogos de Juan el Bautista y en los de Jesús, quienes no son autores de ningún libro sino personajes de los evangelios, contienen argumentos que respaldan la doctrina de la justificación por buenas obras.

Hay quienes le dan más valor a la palabra de Pablo que a las palabras de Mateo y Santiago, ¿se atreverán a darle más valor que a las de Juan el Bautista y las de Jesús? Aunque los actuales defensores de la doctrina de la justificación por fe no lo digan abiertamente, y hasta lo nieguen, eso es lo que hacen.

Actualmente, los defensores de la doctrina de la justificación por fe le han puesto un velo a ese debate, para ocultarlo y hacer parecer que la Biblia habla sólo de justificación por fe; y los defensores de la justificación por buenas obras parecen no existir. Pero como acabo de decir en el párrafo anterior, en la Biblia hay autores y personajes importantes que enseñan tal doctrina.

En Mateo sin velo dije que en la Biblia hay argumentos que respaldan la doctrina de la justificación por buenas obras y argumentos que respaldan la doctrina de la justificación por fe, pero no los mencioné. Pues, aquí están:

Argumentos de la justificación por fe
—Somos salvos por gracia a través de la fe, no por obras, para que nadie se jacte de ser mejor que los demás. (Efesios 2:8-9)
—Si fuéramos justificados por hacer los ritos que manda la ley, el sacrificio de Jesús hubiera sido innecesario. (Gálatas 2:15-16,21)
—Fuimos justificados por gracia de Dios. (Tito 3:7)
—Fuimos salvados para hacer buenas obras, no por hacer buenas obras. (Efesios 2:10; 2 Timoteo 1:9; Tito 3:5)
—La justificación es el resultado de oír y creer. (Romanos 10:17; Gálatas 3:2,5).

Estos argumentos los encontramos solamente en las cartas de Pablo. A este tipo de justificación, Pablo también le llama justificación por gracia.

Argumentos de la justificación por buenas obras
—Uno no se salvará por creer que uno es descendiente de Abraham. (Mateo 3:7-10)
—Uno no se salvará por esperar el regreso de Jesús. (Mateo 25:1-13)
—Uno no se salvará por ser ministro. (Mateo 25:14-30)
—Uno no se salvará por creer que Jesús es el Señor, sino por hacer lo que Él quiere que hagamos. (Mateo 7:21)
—Uno no se salvará por creer que Dios existe. (Santiago 2:19)
—La fe sin obras es estéril, inútil, muerta. (Santiago 2:14-26)
—Para ser un cristiano fructífero, a la fe hay que añadirle virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, afecto fraternal y amor. (2 Pedro 2:5-9)
—Las buenas obras demuestran que nuestro arrepentimiento es genuino. (Mateo 3:8; 1 Juan 3:7)
—Si alguien cree estar en Cristo, debe andar como Él anduvo: haciendo buenas obras. (Hechos 10:38; 1 Juan 2:6)
—Jesús nos juzgará por nuestras obras. (Mateo 3:7-10; 25; Romanos 2)
—La justificación es el resultado de oír y hacer. (Mateo 7:24-25; Lucas 6:48; Romanos 2:13; Santiago 1:22)

Estos argumentos se ven claramente en las palabras de Juan el Bautista, Pedro, Juan, Santiago, Mateo, Lucas y Jesús. Pero, ¡sorpresa! El argumento de que Dios nos juzgará por nuestras obras también está en el capítulo 2 de la carta que Pablo le escribió a los romanos. Y en Romanos 2:13, Pablo dice que los justos ante Dios no son quienes oyen la ley, sino quienes hacen lo que ella manda. ¿No es esto justificación por buenas obras? Sí, pero el problema con Pablo es que Romanos es la única de sus cartas dónde él dice eso. Peor aún, ése es el único capítulo en esa carta donde él lo dice. A partir de Romanos 3:20, él cambia y comienza a hablar de justificación por fe y por gracia.